De pronto me sentí observado. Me sorprendí mucho al darme cuenta que desde el cuarto piso de un edificio, un perro me miraba fijamente. Definitivamente era un perro sapo.
Llevando esto un poco mas allá, y como los animales se mimetizan con el dueño, pensé que su amo era tambien un viejo fisgón.
Es increíble pensar en como los animales se creen gente, y en como alguna gente parece verdaderos animales en esta extraña ciudad.
3 comentarios:
tienes toda la razón. Eres super simpático, me encantas.
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